miércoles, 5 de noviembre de 2008

Nuestro inolvidable viaje a Salta...

Quería compartir con ustedes, el inolvidable viaje que hice con Bettina, Santi, mamá y mi tía Leo, a Salta. Cuando digo inolvidable, me refiero a que casi tres años después, siento y recuerdo todo como si fuera hoy.
Fuimos a Salta, principalmente para llevar a Santi a ver a la Vírgen del Cerro y a para pedirle a Ella las fuerzas necesarias para encarar el tratamiento. En cierta manera, para pedirle fuerzas. Yo realmente creo que iba esperando un milagro...y la verdad es, que todos los días de mi vida recibo pequeños milagros. Pero algo dentro mío cambió, y no sentí más esa terrible carga que me aplastaba. Por eso, a Ella le debo el relato de mi experiencia.
Empezó la aventura en Aeroparque. Ibamos en un grupo con todos chicos "especiales" y todo salió a la perfección. Mis hijos se portaron muy bien y todos los niños fueron tranquilos. La llegada fue rápida pero los chicos estaban cansados, y se empezaban a impacientar. Bettina tenía 4 años y Santi 3. Llevábamos cochecito, mochilas, mamaderas, pañales...era una movida importante.
Una vez en el Hotel, repusimos fuerzas y fuimos al Convento San Bernardo de las Carmelitas Descalzas. Es una habitación grande, oscura y de techos altos. Hay una ventana alta por donde entra luz del día y dos rejas de madera, separadas por medio metro de distancia. Ese lugar recibe el nombre de locutorio y por una puerta chiquita se dejan los mensajes. Pudimos ver a una monja y dejarles una carta que yo había hecho para ellas.
Luego fuimos al lugar de la Misa de bienvenida, ...salimos caminando con San en el cochecito y al hacer una cuadra el coche explotó...o eso pareció...se le abrieron las cuatro ruedas y quedó literalmente en el piso! Mamá me dijo de volver al Hotel y yo le dije que "iba a llegar a la misa aunque fuera arrastrándolo!" Y así hicimos. La Misa fue de lo más emotiva, y Santi salía corriendo por el pasillo y llegaba al altar, y volvía...no paró ni un minuto, pero la gente estaba muy tranquila y felíz. Al salir de la misa, nos tomamos un taxi al shopping para ver si podíamos comprar un cochecito nuevo, y así hicimos. El lugar tenía un McDonald´s con juegos y los chicos comieron y se divertieron mucho.
Al otro día, muy temprano desayunamos y fuimos a caminar por la plaza con los chicos hasta que fuera la hora de subir al cerro. Nos fuimos en taxi hasta la base del cerro "los tres cerritos" y ahí, Santi y yo subimos en una camioneta. Mamá, Bettinita y Leo, subieron caminando.
Con San, llegamos arriba, bajamos de la camioneta, y en el momento que levanté el cochecito para subir a la base de cemento, se partió el segundo coche. Yo no podía creer y me empezaron a brotar las lágrimas...me sentí muy sola y me invadió un sentimiento de desesperanza total. Empecé a tener miedo de que mamá,Bettinita y Leo no lleguen, y lo único que quería era verlas...después de un par de horas, las vi aparecer y empecé a llorar...y entre llantos le contaba a mamá que se había reventado el cochecito!! Ninguna de las tres lo podía creer, pero nos pusimos en un lugar especial para rezar el Rosario. Santi lo único que quería era tirar piedritas, y le pasaba demasiado cerca de las piernas de las personas de enfrente. Bettinita quería correr y esconderse...así que yo estaba nerviosa y no me podía concentrar en el Rosario. Al empezar el tercer misterio, la señora que estaba delante mío, se dio vuelta y me dijo que no me preocupara, que la Vírgen los iba a cuidar! Yo pensé :"qué pavada, si no los cuido yo, Santi le va tirar una roca en la pierna y se va a enojar"... y justo en ese momento, se abrieron las nubes sobre nosotros, y vi un rayo de sol que nos iluminaba...pero no era una escena normal, ya que sentí una paz increíble.
En ese momento pensé: "que lindo, me voy a relajar y a rezar" y por primera vez en el viaje, me relajé y me concentré en rezar. A medida que pasaban los misterios me impresionaba por la Paz que sentía y lo lindo de la gente que nos rodeaba...no fue hasta después del Rosario que me di cuenta que había presenciado un Milagro.
Luego hubo un descanso para comer algo, pero yo estaba agotada, los chicos lloraban, estaban molestos y Santi se quería ir...y yo sin cochecito porque estaba roto!!! En ese momento me sentí horrible y le grité a mamá...sólo me quería ir. Entonces lo cargué a Santi en brazos, y se durmió. Me puse en fila para que María Livia le haga la Oración de Intercesión, y me quedé ahí parada por un rato largo...para mí fue larguísimo!! Parecieron horas! Yo rezaba y le pedía a María fuerzas, porque realmente no podía más, hasta que me pusieron en el círculo y la veía a María Livia venir caminando hacia mí...y cerraba los ojos y rezaba. En el momento en el que ella se paró adelante mío, sentí su mirada y pensé "gracias" y luché un poco por sostenerme en pie, pero las piernas empezaron a temblar y sentí como un empujón en el pecho (Santi estaba en mis brazos) y una voz interior que decía..."dejate caer, descansa en paz..."- Y ahí me caí y lloré...y cuando finalmente me paré, Santi seguía durmiendo y yo sentía una paz sin igual...realmente sentía que había dormido por horas y Santi no pesaba nada!!!! Entonces, llena de energía, fui y le dije a mamá que me dejara a Bettinita y se pusiera en la fila para sentir lo que yo había sentido...y mamá me dijo que se me había transformado la cara...que "estaba felíz" y la verdad que así me sentía!!!!!
Mamá y Leo también presenciaron sus milagros ese día. Cuando llegamos abajo, Leo me dijo riendo que fuéramos al shopping a cambiar el coche. Y así hicimos, pero el taxista nos dijo que iba a ser imposible porque eran las 9.30 de la noche y ya habían cerrado los negocios...pero cuando llegamos al shopping, el único local abierto era ese...y nos cambiaron el cochecito de inmediato. Leo me regaló el más fuerte que encontró para evitar otro desastre!!
Al día siguiente fuimos al Cine-teatro Victoria, donde la señora María Livia da su testimonio y contesta preguntas de los peregrinos. Yo fui con los chicos que se portaron de maravillas. El testimonio de ella es conmovedor y al terminar, hace subir los chicos al escenario y los toca. Santi lloraba y no quería que se le acercasen. Mamá lo tomó en brazos y lo llevó hasta ella, y una vez que lo tocó nos alejamos ya que había una gran cantidad de niños.
Ahí finalizó nuestro viaje, ya que el viaje en avión transcurrió con total tranquilidad. Fue un viaje cansador, ya que con dos chicos de esa edad, no es fácil, pero tengo los mejores recuerdos de mi viaje a Salta. Debo agradecer haber estado allá y haber presenciado tanta devoción hacia la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús.

No hay comentarios: